“Vivamos la milicia del cristianismo con buen humor

de guerrillero, no con hosquedad de guarnición sitiada”.

Nicolás Gómez Dávila

“Estoy inaugurando en la Argentina la literatura anticlericalosa. En todos los países católicos existe y aquí es una vergüenza. Los eclesiásticos, como toda sociedad humana, tienen sus defectos, abusos y ridiculeces y si no existe un contraveneno, el córrigo-ridendo-mores, campan con todos sus respetos, como una murga cualquiera”.

Padre Leonardo Castellani


lunes, 28 de julio de 2014

¿David o Goliath?




Acerca de la recientemente constituida Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre, un bloggero filo-fellaycista (o sea, resabiado de liberalismo), que cree identificarse con David, apunta desdeñosamente lo siguiente, como cierre de una entradita titulada “Espejismos”:

“Un grupito signado por la disidencia y el cisma,  hacia el primado de jurisdicción (al que increíblemente dicen reconocer) y hacia las autoridades legítimas y naturales de la propia FSSPX, nada más alejado del pensamiento y de la obra de Mons. Marcel Lefebvre...”

Veamos la exposición de este partidario del fellaycismo con más detalle: “un grupito”; diminutivo usado como descalificación de los otros por ser un grupo pequeño (en cantidad de personas o medios). Precisamente la victoria a David contra el gigante Goliath se la dio la astucia aprovechada de su pequeñez (“grandiosidad de su fe que se despoja de recursos humanos”, dice Mons. Straubinger); Goliath podría haberlo llamado “ese hombrecito” y de hecho lo menospreció, incluso su hermano mayor Eliab lo trató con menoscabo por ser “chico”. Ahora este supuesto “David” de la blogósfera actúa como aquellos “grandes” y altaneros personajes. También se ve en este calificativo la importancia que se le da en la Nueva Fraternidad al valor del número: somos numerosos, somos un grupo (no un grupito), contamos con medios, con reconocimiento, entonces tenemos razón. Imaginamos las impugnaciones que habrán recibido los Apóstoles y sus discípulos por ser un “grupito”. Valga aclarar, por otra parte, que lo contrario no significa lo cierto, esto es: “somos pocos, por lo tanto estamos en la verdad”, argumento que satisface a los “grupitos” de espíritu sectario y sedevacantista que no quieren dejar de ser unos pocos y se niegan a hacer apostolado con la mayor cantidad de gente posible.
Luego continúa el vilipendio: “signado por la disidencia y el cisma”: Disidir significa “apartarse de la común conducta, opinión o doctrina”. Es discrepar de algo. ¿Se quiere decir en la invectiva que hay una disidencia de la doctrina católica? ¿O de la doctrina de la Nueva Fraternidad? Si es lo primero la acusación versaría sobre el “cisma”, cosa no sólo no probada sino reprobada por los hechos. Inclusive recientemente los dominicos de Avrillé, para manifestar el peligro que se corre de inclinarse hacia el cisma a raíz del sedevacantismo, han dado a conocer un “Breve catecismo sobre el sedevacantismo”. Más bien donde hay una actitud de cisma es en el propio Superior General de la FSSPX, como afirman los dominicos de Avrillé: “Hay un peligro de cisma al querer atribuirse una jurisdicción sobre todos los católicos fieles a la Tradición, notablemente sobre las comunidades religiosas exentas. Estamos obligados a constatar que tal es la actitud de Monseñor Fellay. Él ha intervenido en nuestra comunidad para hacer salir cinco religiosos que han realizado su profesión perpetua y los constituyó en una comunidad disidente de Avrillé, situada bajo la autoridad directa de Monseñor de Galarreta quien nombró al primer superior. Monseñor de Galarreta, para justificar esta intervención, le dijo al prior de Avrillé que nosotros debemos considerar a Monseñor Fellay como teniendo el papel de Jefe General de la Orden. Vemos cómo Monseñor Fellay y Monseñor de Galarreta se han alejado de la manera de pensar de Monseñor Lefebvre sobre esta cuestión.” Más aún: “Hasta hoy, la unidad en la Tradición se hacía en el combate por mantener la fe católica, frente a los errores destilados por la Roma modernista. Desde hace tres años, en su voluntad de arreglarse con “Roma”, o por lo menos por evitar nuevas condenaciones, las autoridades de la Fraternidad San Pío X se unieron en torno de la persona de Monseñor Fellay pidiendo una obediencia ciega y una confianza ilimitada.”
Entonces esa disidencia y cisma de que se acusa al “grupito”, se aplicarían “hacia las autoridades legítimas y naturales de la propia FSSPX”. Pero las autoridades han perdido su legitimidad puesto que han traicionado su razón de ser desnaturalizando la congregación y cambiando su orientación llevándola gradualmente hacia su disolución, vaciando su esencia y dejando sólo su nombre y su apariencia. La FSSPX de Mons. Lefebvre era antiliberal. La FSSPX de Mons. Fellay es en gran medida liberal. Hubo una Revolución dentro de la FSSPX: los revolucionarios no pueden ser considerados legítimos en su autoridad. Mons. Lefebvre no consagró obispos para que lo traicionaran buscando la aceptación y convivencia con la Roma modernista y apóstata.

“Disidente”, “rebelde”, “cismático” y de otras formas descalificadoras han llamado también a Mons. Lefebvre. Y como él podríamos decir: es preferible ser “disidente” antes que ser “desistente”. Disidente del error y la traición, y no desistente de la resistencia a aquellos. Ser David sin actuar como Goliath.

Un grupito disidente y cismático, aguantando el chubasco.

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