El
obsecuente número 1 de la Neo-FSSPX del cono sur, Pericón (a quien vemos en la
imagen de Requena rindiendo su habitual pleitesía al Superior General, mientras
trabaja en su blog), considera “amenazante” al blog Stat Veritas y lo acusa de “querer
la división” de la feligresía y aún de los sacerdotes de la FSSPX, y casi
en estado de pánico afirma que “resulta
inadmisible (…) que hagan sentir su voz de insurrectos los que se dicen
católicos tradicionalistas (…), aunque sean de buena fe”. ¡A la flauta!
¿Todo esto por una declaración del Fundador de la congregación Monseñor
Lefebvre? Sí, señor, porque precisamente en Stat Veritas metieron el dedo en la llaga, ya que las palabras que
citan de Mons. Lefebvre contradicen en todo lo que está haciendo ahora Mons.
Fellay. Pues si coincidieran, ¿por qué le habrían molestado al Periconcito,
hasta el extremo de ponerle los pelos de punta?
Y
además, por si algún miembro de la Neo-FSSPX todavía no lo asimiló, lo que cabe
y corresponde hoy en la Fraternidad (¿masónica?) de Mons. Fellay es lo que dice
a continuación este energúmeno:
“Hay que confiar en
la Fraternidad San Pío X y en quien ejerce la autoridad legítimamente
constituida. Hoy su Superior es Monseñor Bernard Fellay, y no da un paso sin el
concurso de los Obispos y Presbíteros que lo acompañan en la muy delicada
misión de salvaguardar lo principal cuando la Iglesia se sacude en la tierra.
Otra posición al
respecto es traición, y debemos denunciarla a viva voz, venga de quien venga.”
De
manera que anuncia (en consonancia con las ideas del Superior de Distrito P. Trejo,
que de esto sabe bastante) lo que se viene en la Neo-FSSPX: persecución ante el
menor signo de disidencia. Quien no confíe ciegamente en Mons. Fellay (y mañana cuando esté en Roma dirá lo mismo de Francisco) será considerado traidor. Los
masones tienen también como primera regla la obediencia absoluta:
“La primer tarea de todo masón es obedecer al Mandato del
Maestro… Debe obedecerle al momento de pronunciar la orden, el carácter y las
consecuencias de ésta pueden ser temas de posterior indagación. La regla
masónica sobre la obediencia es como en la náutica, imperativa: “obedecer
órdenes incluso rompiendo las reglas”.” Encyclopedia of Freemasonry, Albert Mackey, p. 525.
Un comentarista se agrega afirmando que
Stat Veritas empieza a “sembrar cizaña”.
Repetimos: esto sólo porque citó a Mons. Lefebvre, el fundador de la
congregación a la que dicen que hay que obedecer (perdón: ellos dicen que hay
que obedecer a Mons. Fellay, el jefe de la actual secta). Y otro comentarista
más se suma a la partida de persecutores: “¡Basta!
El que no se identifique con nuestro lado, que se vaya. Y lo digo también para
los de stat veritas. No sé quiénes están alli, pero de saberlo me llevaría más
de una sorpresa. Averiguaré”.
Hermosa tolerancia la de quienes le piden ser tolerados a los modernistas
romanos. Será una preciosura ver con qué grado de tolerancia los tratan a ellos
los herejes y masones de la iglesia conciliar.
Pero
en el fondo Pericón tienen razón en algo, ya que la verdad divide. Quien esté
con la verdad, y suscriba las citadas palabras de Mons. Lefebvre, no puede
permanecer tolerando las traiciones de una congregación ahora de línea-media que ha llegado a la “plena comunión” con la
iglesia conciliar, y pide miserablemente ser tolerada por el mayor enemigo de
la Tradición católica, hasta llegar a la “plena reconciliación” con el error. O
se está con la verdad o se está contra ella. Y al error el católico -con la caridad de Cristo- lo combate, no lo tolera como predican masones y liberales. No es tiempo de ser pusilánimes o
de tener tolerancias culpables con el enemigo; los liberales en su estúpida
cruzada parecen haber entendido mejor que esto se trata de una guerra que muchos de los que se
dicen católicos seguidores de Mons. Lefebvre y que quizás esperen ser tolerados por los liberales de la NeoFSSPX. Por eso es bueno recordar estas
palabras de Santa Teresa de Jesús:
“¡Oh, Cristianos!
Tiempo es de defender a vuestro Rey y de acompañarle en tan grande soledad, que
son muy pocos los vasallos que le han quedado y mucha la multitud que acompaña
a Lucifer; y lo que es peor, es que se muestran amigos en lo público y véndenle
en lo secreto; casi no halla de quien se fiar”.