“Vivamos la milicia del cristianismo con buen humor

de guerrillero, no con hosquedad de guarnición sitiada”.

Nicolás Gómez Dávila

“Estoy inaugurando en la Argentina la literatura anticlericalosa. En todos los países católicos existe y aquí es una vergüenza. Los eclesiásticos, como toda sociedad humana, tienen sus defectos, abusos y ridiculeces y si no existe un contraveneno, el córrigo-ridendo-mores, campan con todos sus respetos, como una murga cualquiera”.

Padre Leonardo Castellani


martes, 24 de noviembre de 2015

San Felipe Neri




EL padre Felipe sufrió muchas persecuciones de parte de algunos que lo creían loco y fundador de una secta religiosa. Rechazaban sus ideas sobre la confesión frecuente y la comunión diaria.

Antonio Gallonio lo dice así: El padre sufrió varias persecuciones, cuando iba a celebrar a la iglesia de San Jerónimo. Me dijo que aquellos sacerdotes le hacían muchos problemas. Cuando quería celebrar misa, le escondían el misal o el cáliz o una u otra cosa. Una vez, mientras le hacían estos problemas, oró diciendo: “Señor, ¿qué es esto? Yo celebro todos los días para pedirte paciencia y me vienen estas ocasiones para perturbarme”. Y escuchó una voz interior: “Felipe, ¿me pides paciencia? Gánala por este camino que por ello te vienen estos problemas”. Y continuando con grandísima paciencia… todo se arregló.

Para celebrar misa le daban cálices abollados, los ornamentos viejos o misales con hojas arrancadas. Lo que más le hizo sufrir fue la oposición del cardenal Spoleti.

Marcello Ferro declaró: El cardenal Spoleti le hizo muchos problemas, pues decía que el Oratorio era una nueva secta, llena de ambición y soberbia. El cardenal lo hizo llamar. El padre fue solo a ver al cardenal y me encontró en la plaza de San Pedro y me dijo: “Reza a Dios por mí, porque el cardenal Spoleti me ha mandado llamar y no quiere que vayamos a las siete iglesias, ni que se hagan las reuniones del Oratorio, ni que confiese. Reza a Dios para que yo busque sólo el honor de Dios y la salvación de las almas”.

Fue a ver al cardenal y, según fue referido, el cardenal le preguntó:

“¿Qué nuevo modo o nueva secta es ésta llena de ambición y soberbia para llegar a ser grande y sin habernos hecho conocer a nosotros cosa alguna?”. Les prohibimos como superior, bajo pena de desobediencia, que no hagan el Oratorio, ni vayan a las iglesias, ni tampoco confesar. El padre replicó al cardenal: “Yo le digo que ésta es obra de Dios y se ve el fruto espiritual de muchos que cambian de vida, dejan sus pecados y se confiesan con frecuencia. Yo soy hijo de obediencia. Usted me lo prohíbe y yo no lo haré, pero le digo queésta es obra de Dios y no se debe impedir; y trate de cuidarse de la ira de Dios”.

El cardenal entró en cólera, lo llamó ambicioso y lo amenazó. Al momento fue donde el Papa Pablo IV y le refirió lo sucedido y que le había prohibido.

Según Simone Grazzini: Les prohibió a sus hijos espirituales que le acompañaran y, para obedecer, ellos le seguían de lejos para que no pareciera que iban con él.

El padre Domenico Giordani anota: El cardenal Spoleti le dio 15 días de tiempo para no confesar ni hacer reuniones del Oratorio. El padre mandó hacer grandes oraciones a todos sus hijos espirituales. Y Dios quiso consolarlo. Se presentó un sacerdote desconocido. Yo lo vi celebrar misa, llevaba una cuerda en la cintura. Era un hombre de barba negra, flaco y moreno. Este sacerdote le dijo al padre Felipe que no dudase, que Dios lo quería consolar y quería que siguiese con su Obra y que dentro de 15 días moriría el cardenal y sería liberado de sus tribulaciones. Y así fue, el cardenal murió de muerte súbita y el sacerdote, que predijo su muerte, no fue visto más.

También había gente que hablaba contra las charlas que se daban en el Oratorio comentando que se decían ligerezas y ejemplos de santos no bien fundados y otras cosas que indicaban gran ignorancia o imprudencia. El papa envió a dos teólogos dominicos, Maestro Paolini y Maestro Alessandro Franceschi para ver separadamente lo que se decía. El padre Felipe, al llegar este último, le preguntó: ¿Dígame que le ha dicho esta mañana el Papa? Y se lo contó todo, admirándose de saber que iba de parte del Papa sin haberlo dicho a nadie. Sus investigaciones fueron positivas y el Papa se alegró de tener en su tiempo hombres tan llenos de espíritu.

Él supo ganarse a todos sus enemigos con paciencia y humildad. Por eso, Marcelo Ferro dice: He visto con mis ojos que aquellos que antes lo perseguían y calumniaban, después se acercaban a pedirle perdón y él los abrazaba con alegría y fiesta grande; y así quedaban sus amigos y lo tenían por santo.


P. Ángel Peña O.A.R., SAN FELIPE NERI EL SANTO DE LA ALEGRÍA.

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