“Vivamos la milicia del cristianismo con buen humor

de guerrillero, no con hosquedad de guarnición sitiada”.

Nicolás Gómez Dávila

“Estoy inaugurando en la Argentina la literatura anticlericalosa. En todos los países católicos existe y aquí es una vergüenza. Los eclesiásticos, como toda sociedad humana, tienen sus defectos, abusos y ridiculeces y si no existe un contraveneno, el córrigo-ridendo-mores, campan con todos sus respetos, como una murga cualquiera”.

Padre Leonardo Castellani


miércoles, 18 de mayo de 2016

“Hacia la plena comunión…”




“Yo pienso, como lo formulé en Argentina, que  son católicos
 en camino hacia la plena comunión”.

Francisco, acá


¿Alguna objeción a estas palabras por parte de la comandancia de la Neo-Fraternidad? No. Francisco devuelve a Mons. Felé las flores que éste le viene arrojando hace tiempo. Dime quién te alaba…

« Mons. Fellay es un hombre con el que se puede dialogar. Este no es el caso de otros elementos un poco extraños, como Mons. Williamson, u otros que se han radicalizado”.

Francisco, idem.

Pero también con sus declaraciones Francisco deja bien descolocados a maliciosos calumniadores que vienen gritando desaforadamente sin el menor fundamento –excepto el de sus personales problemas pasionales-  que Mons. Williamson y la Resistencia están en la misma posición que la Neo-Fraternidad, y que buscan lo mismo y que van al mismo lado y que quieren acordar con Roma, etcétera. Francisco acaba de dejar en claro en su declaración que con el que sí se puede dialogar es con Mons. Felé. Y vaya si este lo demostró en la última entrevista al cáustico periodista Sebastian de DW Televisión. En cambio Mons. Williamson representa a los extraños y radicalizados, con quien no puede haber no ya entendimiento, ni siquiera diálogo. ¿Por culpa de quién? De Francisco, desde luego, que profesa la herejía modernista. “¿Cómo entenderse con esa gente?”, diría Mons. Lefebvre.

Esto nos hace pensar en un texto que bien podría titularse “POR QUÉ NO VOY A ROMA” y dice así:

No voy a Roma porque no me invitan.
No me invitan porque según Francisco soy un personaje extraño y radicalizado con el que no se puede hablar.
Para ir a Roma debería ser un personaje con el que se pueda hablar, como Mons. Felé, que es tan simpático, tan gentil, tan comprensivo, tan tolerante y tan normal.
En Roma saben que no soy así. Saben que no soy así porque no pienso así, como Mons. Felé. Saben que no quiero estar en plena comunión…con la iglesia conciliar.
Eso no me convierte en sedevacantista, eclesiavacantista o como quieran llamarle.
Si me llamaran a Roma sin ser yo “reconciliante” como Mons. Felé, con quien se puede hablar, sería una trampa. La mejor forma de deshacer esa trampa sería decir la verdad de frente a Francisco. Pero Francisco no acepta sino “verdades blandas” como diría Gómez Dávila de los liberales, o sea, verdades manchadas, enturbiadas o perfumadas con una sonrisa como la de Mons. Felé. Por eso Francisco no convoca a personajes extraños o radicalizados, sino a ecumenistas, a diplomáticos y a tolerantes con los herejes, apóstatas y cismáticos. Y a judíos, por supuesto. Qué duda cabe.
Por eso no voy a Roma. Porque soy (dicho esto sin pedantería pero sin ambages) “excomulgado”, “retrógrado”, “troglodita”, “pelagiano restauracionista”  e “indeseable”. O sea, católico antiliberal intragable.
  
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